Experiencias desde el Corazón
La seguridad de la incertidumbre
Jeff Foster
La única certeza en la vida es que la incertidumbre será tu constante compañera.
Una relación finaliza inesperadamente, el éxito se convierte en fracaso de un día para otro, muere un ser querido, recibes un diagnóstico inesperado y, de repente, sientes una profunda incertidumbre, que la tierra se hunde bajo tus pies, tienes el sentimiento de que el mundo gira sin control. Nada parece ya real. Es como si tu vida ya no fuera «tu» vida, como si estuvieras en una extraña película impersonal y no supieras hacia dónde ir ni dónde quedarte. El futuro, que una vez parecía tan sólido y «real», se encuentra ahora expuesto a la mentira y el cuento de hadas que fue, y tus sueños del «mañana» se convierten en polvo. De todas formas, el «mañana» nunca iba a suceder, no en la forma que habías planeado inconscientemente. Ahora no hay respuestas satisfactorias, ninguna autoridad para guiarte, ya que nadie puede experimentar tu experiencia por ti y nadie tiene tus respuestas; te sientes profundamente solo en un planeta girando en el espacio vasto e infinito. Te sientes como regresando al útero.
¡Estupendo! ¡Es una magnífica invitación! La vida no se ha equivocado, puesto que la vida no se puede equivocar, ya que todo es vida y la vida es todo. Solo pueden desmoronarse nuestros sueños y planes «sobre» la vida, pero no la vida misma. Esta experiencia presente, esta confusión y duda cósmica, esta angustia, no es contra la vida, esto ES vida, la sagrada vida del momento. No es la escena «equivocada» en la película, ES la película; por más dura que parezca ahora, una vasta inteligencia está trabajando aquí, una inteligencia que nos hace respirar por la noche, hace latir nuestro corazón, bombeando sangre por todo el cuerpo, curando heridas, cuando «nosotros» ni siquiera estamos ahí para observarla o para que le prestemos atención.
¿Qué sucede cuando, por un momento, dejamos de intentar comprenderlo todo, dejamos de agarrarnos a los viejos sueños y dejamos de compadecernos por su pérdida y nos enfrentamos a la realidad pura y abierta de las cosas tal como son?, ¿qué sucede cuando, por un momento, tomamos realmente el paso radical e inesperado de decir SÍ a la incertidumbre, la duda, la confusión, el dolor, la angustia?, ¿qué sucede cuando afirmamos lo no conocido en lugar de intentar escapar de ello?, ¿qué sucede cuando nos enfrentamos a la desolación en lugar de alejarnos de ella?, ¿qué sucede cuando confiamos en la apertura de las cosas y permitimos que la inteligencia profunda de la vida trabaje con su magia en la desolación?, ¿puede ser correcto, por un momento, no tener las respuestas, no tener los puntos de referencia, no saber ya nada más?, ¿puede ser correcto, por un momento, sentir ESTO, sea la que sea la forma que ESTO toma ahora? Y en medio de los escombros, ¿podemos de nuevo respirar y contactar con ese lugar dentro de nosotros, ese lugar muy íntimo y familiar de silencio y presencia profunda?, ¿ese lugar que no necesita conocer ni preocuparse de los sueños y que no quiere ninguna respuesta?, ¿podemos recordar esa quietud que siempre ha sido secretamente nuestro mejor amigo?, ¿podemos relajarnos en esa claridad que nunca nos ha abandonado?, ¿podemos tomar nuestro lugar como esa conciencia que no puede destruirse?
Quizás la inteligencia cósmica no nos ha abandonado y justo en el centro de este desorden aparente de este momento, hay algo que no está involucrado en absoluto en este desorden. Lo podemos llamar amor, o Dios, o consciencia, o simplemente Quienes Somos Realmente, antes de nuestros sueños sobre cómo debería ser la vida, cómo debería ser la apariencia, el sabor, el sonido y el olor de este momento. Quizás nuestros sueños existen para que se rompan y nuestros planes existen para que se desmoronen, y nuestros «mañanas» existen para que se disuelvan en hoy, y quizás todo esto es una invitación gigantesca a despertar del sueño de la separación, a despertar del espejismo del control y abrazar de todo corazón aquello que está presente. Quizás todo sea una llamada a la compasión, a un profundo abrazo de este universo en toda su felicidad y dolor, en toda su dulce y amarga gloria. Quizás nunca tuvimos realmente el control de nuestras vidas y quizás se nos invita constantemente a recordar esto, ya que lo olvidamos constantemente. Quizás el sufrimiento no es en absoluto el enemigo, y en su núcleo hay una lección en tiempo real y de primera mano que todos debemos aprender, si hemos de ser realmente humanos y realmente divinos. Quizás los fracasos siempre contienen progresos. Quizás el sufrimiento es simplemente un derecho de paso, no una prueba o un castigo, no una señal que indica algo en el futuro o el pasado, sino un apuntador directo al misterio mismo de la existencia, aquí y ahora. Quizás la vida no puede, en absoluto, «equivocarse».
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